Cuando Antonio el hombre-cucaracha se levantó fue a afeitarse como todas la mañanas, ya en el cuarto de baño vio como una especie de baba de caracol lo que el no sabía es que esa baba era suya ya que el era una cucaracha. Cuando iba a afeitarse se miró en el espejo y allí vio su horrible rostro reflejado. Al principio se asusto mucho, pero luego con el paso de los minutos fue acostumbrándose a su nuevo y feo rostro, luego bajó a desayunar al bar de abajo de su casa. Claramente todos le miraron raro por que era una cucaracha pero cuando ya estaba terminando de desayunar solo le miraban unos pocos, el avergonzado e indignado por el trato que le habían dado los demás clientes del bar solo por ser diferente físicamente a ellos se fue a su casa.
Unas horas más tarde se fue a trabajar, el trabajaba en una central nuclear.
Cuando llegó a la central que estaba en la otra punta de su ciudad. Allí también todos le miraban raro ya el harto de ese trato discriminatorio fue uno a uno de los empleados de la central explicándoles aquel extraño suceso que le había cambiado .
Cuando terminó de trabajar sobre las nueve de la noche, se marchó a su casa ya más acostumbrado a su nueva cara. Ya en su casa cenó una pizza de cuatro quesos, al finalizar la cena decidió ir a una pastelería a por un pastel pero como eran las once de la noche tuvo que buscar una pastelería que cerrase tarde pero después de buscar por toda la ciudad no encontró ninguna abierta volvió a su casa fastidiado y se acostó.
Al día siguiente se despertó con su aspecto normal el hombre se alegro tanto que prometió que haría el camino de santiago a gatas.
Un mes después lo hizo.
Y aparte como buen sevillano que soy me gusta la semana santa y la parte de la semana santa que más me gusta son las marchas ya que mi tío Gabriel toca en redención y me ha contado lo fantástico y maravilloso que es tocar una marcha como esta
